Desde la edad antigua hasta nuestros días, hemos evolucionado en cuanto a la forma y medios de enseñanza y aprendizaje. Donde la educación siempre ha tenido una finalidad: transformar al individuo y acercarlo al perfeccionamiento de sus talentos innatos y las habilidades que pueda desarrollar a lo largo de la vida.

Fruto de la pandemia en 2020, la tecnología en la educación se potenció hasta convertirse en un cotidiano para maestros y alumnos. Con la llegada del e-learning y posteriormente su uso específico con la b-learning (blended learning o aprendizaje combinado), la m-learning (mobile learning o aprendizaje móvil) y la c-learning (cloud learning o aprendizaje en la nube) se han podido derribar barreras de espacio y tiempo, fortaleciendo la calidad de las habilidades educativas y repercutiendo en la calidad de la didáctica a través de medios digitales.

Se sabe que los niños aprenden en sus primeros años a través de la observación e imitación. Con el paso del tiempo, los niños llegan a desarrollar el autoconomiento por la etapa sensorio-motora, luego el desarrollo cognitivo donde es consciente de sí mismo, desarrollo del lenguaje a través de la pronunciación de palabras, seguido del aprendizaje de la lecto-escritura y por último, el desarrollo social, que aparece a la par de los demás dominios.

En la etapa escolar, el niño deberá contar con un acompañante o guía de conducción de su aprendizaje, ya que la persona que se encuentre al lado del aprendiente será el espejo donde el niño pueda copiar lo que va aprender. Esta misma figura deberá estar presente en casa con la familia y en todos los agentes educativos de los que el niño se rodea.